Hace falta un mayor debate para concienciar a la sociedad sobre la huella hídrica y la importancia de reducirla.
La mayor parte del agua que consumimos no está en la factura, está oculta en cada objeto o alimento, en nuestros viajes y en nuestro trabajo. No es la que sale por la ducha, por el grifo del baño o la cocina, es la que se usa en la cadena de suministro de bienes y servicios. La huella hídrica nos proporciona esta información y nos indica que comerciamos con agua sin apenas saberlo.
La huella hídrica aún no se ha implementado plenamente entre gobiernos y empresas y deberá hacerlo como herramienta necesaria para el desarrollo de la economía circular. En 2016 se aprobó la norma ISO 14046, pero como señaló el propio Hoekstra en una entrevista en iAgua, esta no prescribe ningún método concreto para evaluar la huella hídrica que pueda ser útil a empresas y gobiernos, y es preciso que todas las organizaciones declaren objetivos concretos de reducción de la huella hídrica. Lo que pone en evidencia la huella hídrica es que los problemas hídricos del planeta no se van a generar en el futuro por la falta de volumen de agua, sino por su falta de regulación. Lograr que esta sea eficiente y justa es un reto que nos afecta a todos.
de nuestros bienes y servicios cotidianos
ALIMENTACIÓN
Los cereales, la carne y la leche son los alimentos que más agua requieren en su proceso de producción. Producción:
- 1 l de leche= 1.000 litros.
- 1 kg de arroz = 3.400 litros.
- 1 kg de maíz = 900 litros.
- 1 kg de trigo = 1.300 litros.
- 1 kg de carne de vacuno = 16.000 litros.
ROPA Y CALZADO
La huella hídrica en la producción textil es una de las más elevadas. Fabricación:
- 1 camiseta de algodón de unos 250 gr. = 2.500 litros.
- 1 pantalón vaquero = unos 10.000 litros.
- 1 deportivas = 4.400 litros.
- 1 solo bastoncillo de algodón = 4 litros.
¿Qué podemos hacer para reducir la huella hídrica como consumidores?
Consumir productos de proximidad con el fin de evitar la huella hídrica virtual.
Basta con fijarse en el etiquetado para saber la procedencia de estos productos o prendas, como en el caso de la ropa.
Reducir el consumo de determinados alimentos más demandantes de agua, como son la carne o los procesados y potenciar el consumo de frutas y verduras.
Asimismo, realizar una compra responsable para evitar el desperdicio alimentario, pues contribuirá a reducir la huella hídrica.
Asumir la economía circular para reducir el consumo (alargando la vida útil de los productos que utilizamos), reusar y reciclar.
Concienciar sobre un uso responsable del agua en nuestro día a día, como pueden ser utilizar lavavajillas, en lugar de fregar a mano, reutilizar el agua de hervir alimentos para regar plantas, usar la lavadora completamente llena, dosificar el agua de la cisterna o emplear la ducha en lugar de la bañera para lavarnos.